29 de octubre de 2011

Conciencia.

Releyendo el manga de Nana, llegué al capítulo en el cual Ren fallece a causa de un accidente en la carretera. Había peleado con Nana, se sentía culpable con Reira, tratándola como una hermana e iba a consolarla... y ocurrió eso. No dejo de pensar si a alguien cercano o a mí misma, le ocurriera eso, ¿qué pasaría después? ¿Llorarían por mí? ¿Todos mis pecados cometidos se solucionarían porque ya no estoy? No lo entiendo... realmente eso es algo que nunca llegaré a entender y me da miedo. Faltar y que esté peleada con tanta gente, no haberme podido reconciliar aunque quiera. Es horrible esa sensación. Discutir con alguien y no decirla ''lo siento por haber pensado así''; es cierto eso que dicen que cuando algo nos falta, es cuando realmente lo extrañamos. No quiero sentirme así, porque me hace llorar de impotencia, rabia, tantas cosas, que no podría enumerarlas. Por eso, quiero seguir creyendo que voy a querer a esa persona, que no voy a pelearme más y si lo hago, reconciliarme. Porque, no sé el motivo, me da miedo acabar así... demasiado miedo.

28 de octubre de 2011

En mi mente.

Es uno de esos días, en los que la nostalgia puede conmigo. De tal manera, que no consigo olvidarte. Ha pasado medio mes desde que te vi, desde que me despedí de ti para que te fueras a ese lugar tan alejado de mi. Me siento egoísta ahora mismo por haberte mostrado aquella sonrisa de ''adelante'', cuando en realidad, por dentro estaba llorando y deseando que te quedaras a mi lado. Realmente, me has hecho demasiado daño con esas mentiras, pero... son ocho años, demasiado tiempo y sé, que no mentías aposta, porque siempre me abrazabas pidiéndome perdón, casi llorando.
Tanto tiempo... que aún recuerdo cuando te conocí, un niño inocente, que se hacía el espavilado pero se le intimidaba fácilmente. Creciste demasiado rápido, cuando me sobrepasaras, me pedirías salir. Muy despacio, te acerecaste a mi, cogiéndome en brazos, me dejaste sorprendida totalmente. Tus ojos, demasiado sinceros, me contaban lo que deseabas, mi mirada te correspondió, aunque negué lo evidente que sentía.
Los meses se arremolinaban en el calendario, haciéndome ver que cada día que pasaba, te quería más. No podía evitar pensar, que fui idiota al negarte aquello... sí, ahora me arrepiento, pero no puedo volver al pasado.
Esos recuerdos, que son páginas en mi mente, me hacen ver, que me lo pasaba muy bien contigo. Empezamos a beber, inconscientes de nosotros, dos jarras de cerveza y acabábamos totalmente ebrios. Que nuestras familias no nos descubrieran, nos bañábamos juntos, me acurrucaba junto a ti, totalmente enamorada... aprovechaba esos momentos para tocar tu piel, perfectamente desnuda. Me encantaba jugar con tu pelo, tan suave, tan despeinado. Me siento mareada, pero esa sensación me gusta, no sé porqué, será que me hace pensar en ti.
Esos días en los que me cogías en brazos, me llevabas al hombro con demasiada facilidad. Me agarraba a tu cuello, acariciándolo y sonriendo. Ese aroma tan nostálgico, me recorre el cuerpo provocándome un escalofrío.
No puedo evitar pensar que quizá... me equivoqué en mi decisión, pero yo también quiero que te olvides de mí. Por eso, me voy a martirizar sola y no pensaré tanto en ti, como he hecho ahora. Porque tu recuerdo, me duele demasiado.

25 de octubre de 2011

Memories in the rain.



Hoy he dirigido mi mirada hacia el pasado. Es horrible, pero tampoco cambia mucho del presente, lo cual, no me alienta demasiado. Las cartas sobre la mesa están, recuerdos de días en los que quizá, podría considerar que fui feliz. Otras representan todo ese cúmulo de problemas sin resolver a día de hoy.
No entiendo estas jugadas... no busco ser una buena chica que hace todo a la perfección, sin un solo fallo, no; realmente busco cometer mis errores, porque míos son y de nadie más. ¿A quién le importa? La que se destroza por dentro soy yo, no vosotros.


La importancia que se le da a mi vida, a veces está tan desbordada, que me sorprendo. Interés, demasiado, con lo que yo acabo pensando que quizá, solo quizá, pueda llegar a importar lo mínimo. Pero nada, sigo encerrada en esa caja construída a lo largo de los años. Una caja de Pandora, pero de manera feliz, alegre... porque a día de hoy, dudo que todo esto pueda representarlo realmente con alguien. Da igual que quiera a una persona, da lo mismo que odie a otra. Siempre acabaré sonriendo si ambas me defraudan, porque sigo sujetando la sonrisa con alfileres, cada vez, más pesados sobre la piel.
Pienso que quizá me merezco estar así, aunque la gente me diga lo contrario, no consigo pensar en otra cosa.
Perdido amistadres que creía eternas, amores que tal vez, no fueron tan malos... ahora, me da miedo volver a sentirme así, o que las personas que cuento con los dedos de una sola mano, se alejen de mi lado, no quiero admitir mi soledad.

23 de octubre de 2011

Vendabal.

Un sonido bastante familiar hace que me revuelva en la cama. Alzo la cabeza, escuchando el tik, tak, tik, del reloj. Las campanadas se oyen de fondo, ese carrillón está bastante viejo, pero sigue cumpliendo sus funciones al parecer. Paso las manos por el pelo, haciéndolo a un lado, dejando que unos mechones me caigan en la cara. Entrecierro los ojos, me encuentro mal, no comprendo. Me acerco a la ventana, apoyando las manos en el frío cristal, contemplando el exterior a través de las rendijas de la persiana. La lluvia repiquetea contra el marco de madera. Lo sabía... odio que llueva. Me pone así, creo que mi cerebo ya lo ha entendido. Me deprime de nuevo, mientras con ojos cansados miro la mesa; muerdo el labio inferior, casi haciéndolo sangrar.
Las imágenes vuelan en mi cabeza, doy un par de sacudidas a esta, para sacarlas de ahí, pero nada. Mi mirada se volvió a perder y empiezo a dejar caer lágrimas, estremeciéndome. Me siento en el suelo, el tacto de la alfombra en mis pies, me reconforta ligeramente, por lo que consigo quedarme algo tranquila. Pero vuelvo a escuchar la lluvia, molesta, no consigo pensar en nada ahora. Supongo que me ha vuelto a ganar, porque no dejo de llorar y aferrarme con fuerza a mí misma. Sólo puedo esperar a que pare, porque es una lucha que siempre he tenido, y siempre pierdo.
¿Por qué siempre me siento de esta manera? No puedo comprenderlo, no lo consigo... pero mis ojos, no dejan de entristecerse y me hacen querer pensar que estoy sola, otra vez. Otra noche más, y mañana otro día más. ¿Y qué? Qué más da... si siempre ha sido así, desde que tengo uso de razón. Ni a esta edad he conseguido superarlo, todos creen que me da miedo. Me río de vuestra ignorancia.
Voy a regresar a la cama, tapándome con las sábanas hasta que no quede ni un lugar por donde pueda pasar el aire o la luz. Cierro los ojos con fuerza, sollozando aún, quiero que pare... pero no cesó hasta las dos del mediodía. Entendido, seguiré así, porque veo que no vas a parar nunca, así que, supongoo que me rindo a lo evidente.

22 de octubre de 2011

Los pensamientos . . .



Hace frío, no puedo evitar pensar que lo echaba de menos.
No tengo sueño, ahora mismo, alguien ocupa mi mente y me mantiene despierta, jugando con mis pensamientos, refugiándose en ellos.
El espejo me refleja, me echo una mirada, de arriba abajo. Vaya... no recordaba que pudiera sonreir así. Cierro los ojos un momento, ¿de dónde salieron esos brazos rodeándome? Abro los párpados con fuerza, sorprendida, dándome la vuelta. Nada.
Un paso atrás, la sonrisa se diluye por culpa de la fantasía.
Nunca me gustó que me dieran ese tipo de cariño, unos brazos rodeándome... siempre me he alejado de eso. Pero ahora, supongo que es lo que más busco. Hay veces que ni yo misma me entiendo, soy un caso perdido en cuestión de sentimientos, pero, sinceramente, es la primera vez que me ocurre esto.
¿Se puede evitar? Lo dudo y remediar, mucho menos.
Quiero que ese sueño se convierta en realidad, aunque falta mucho para ello. Aún así, no dejaré de quererle, de buscarlo.

21 de octubre de 2011

Lo inverso.

No me importa tener que mirar el cielo en un día gris.
No me importa jugar con las hojas de los libros, que causan un sonido atrayente en mis oidos, incitándome a leer más.
No me importa tener que mirar pasar las horas del reloj lentamente. Esa manecilla me tortura...
No me importa mirarme al espejo, y ver a una mujer a punto de arañar su propio reflejo.
No me importa el olor de la hierba recién cortada.
No me importa observar ese movimiento que hace la llama de la vela, bailando sobre el aire.

Lo que de verdad me importa, es querer decir un ''te quiero'' con mi propia voz.
Me importa ver sonreir, con ojos tiernos, llenos de cariño.
No puedo evitar pensar que estar lejos, implica estar cerca.
Que sus ojos reflejen lo que su alma siente.
Ante todo, me importa verle sonreir. Porque esa será mi mayor felicidad.
¿Qué siento cuando tú me llamas? Mi nombre es especial en tus palabras.
Es invierno... pero siento calor en mi corazón. Una luz, ha conseguido atravesarlo y refugiarse en él.

20 de octubre de 2011

Plumas sobre la piel.



Esa sensación. Parece que recorre todo el cuerpo, no puedo evitarlo. Mi mente se pone a divagar, mi cuerpo se mueve solo en la cama, mis ojos se entrecierran contemplando el techo, totalmente ausente. Es como si se encendiera una luz en mi cabeza. Increíble, ¿eh? Que consigas encontrar una cosa preciada en tan poco tiempo.
El cosquilleo recorre cada fibra de mi piel, produciéndome sonrisas que nunca antes conseguí reflejar. Me asomo a la puerta de mis pensamientos, me permiten el paso en ellos, supongo que ya va siendo hora de reconocer ciertas cosas, conmigo misma. Esos ojos que podrían proferir tristeza, ahora se convierten en algo puro, arrancando otro tipo de emoción. Las manos se dirigen al cuello, ansiosas. El pelo se revuelve por un segundo, tan sólo una milésima de segundo, suficiente para comenzar de nuevo a pensar, que quizá, lo haga todo tan incoscientemente, que no pude evitarlo. Los sentimientos... ah, sí. Se me olvidaban. ¿Por qué sonrío así? ¿Desde cuándo? No lo sé, sinceramente, es algo que no comprendo.
Nunca me digné a pensar en alguien de esta manera, ocupando casi todo el espacio en mi mente y cuerpo. Sus palabras, son como plumas, suaves, pequeñas, acariciando mi piel, haciendo que pierda el sentido.
De verdad, no consigo entenderlo, pero alargar mis labios para mostrarle una sonrisa, ahora mismo, es lo que menos me preocupa.

Me dejo llevar por ojos oscuros, como si fuera la noche y, yo una simple estrella perdida en ese firmamento infinito, que no consigue encontrarse. Al fin, lo hice. Me hayé en su pensamiento también. Oh, ¿qué es? Otra vez, una sonrisa para su deleite. Boba... ni yo misma entiendo los sentimientos, nadie logramos hacernos con ellos fácilmente. Suspiran, se ríen de nosotros porque son inalcanzables. Pero, al parecer, uno ha caído, como si fuera una estrella fugaz en mitad de ese cielo negro, mostrando la luna llena, resplandeciente.
Porque ahora mismo, mi mente ha dejado la puerta entreabierta, apareciendo en ella un halo de luz, con alguien detrás, sólo puedo asomarme, timidamente, a contemplarle. Inalcanzable. Quizá. Pero sigue estando ahí, susurrando palabras que algún día, seré capaz de escuchar atentamente, sin restricciones, sin cerraduras.