18 de diciembre de 2011

Sin descanso.

Me apoyo en la pared. Está fría... la espalda se pone rígida al momento notando esa sensación. Aprieto los labios, mirando al frente, sólo veo la pared opuesta, azulada, oscura realmente. Ladeo la cabeza, pensando aunque no sé en qué, es más bien dejar la mente en blanco y que divague ella sola.
Aunque, me juega una mala pasada, o quizá no tan mala. Me recuerda que él está en ella, acaparando todo el espacio en mi cabeza. Agacho la cabeza, sonriente, esa sonrisa que se le dibuja a uno cuando está enamorado, la misma que se forma cuando habla con esa persona especial. Realmente ha pasado poco tiempo, pero el suficiente para saber el sentimiento que me produce acordarme de su rostro o de una simple palabra suya.
A veces, me gustaría estar ahí, abrazándole todo el día, toda la noche o que sea un corto abrazo que demuestre más que uno de veinticuatro horas, me da igual sinceramente. Incluso el más simple ''hola'' puede hacer que el corazón se salga del pecho.
No sabía que fuera tan melosa, nunca lo he sido con nadie, ni me planteaba que me dieran abrazos.
Y si vuelvo a la realidad, ''le pierdo'', en mi mente, realmente está mejor, por eso he preferido meterme en la cama en vez de quedarme contemplando la pared, soñar, puede ser a veces una tortura pero otras, es una condena bastante encantadora.

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