23 de diciembre de 2011

No se me escapará.

Mis piernas, por instinto, huí de él. Me alejé lo más rápido que podía. Es extraño, no tenía planeado que esto pasara pero mi corazón realmente, no quiere ''escuchar'' sus sentimientos, sentimientos que quizá anhelo con fuerza. Yo ya lo tenía decidido y sin embargo dejo que penetre en mí, ese muro de hielo que ponía entre ambos, lo ha tirado abajo.
Salí corriendo tan rápido, no está bien. Puede que quizá todo haya terminado. Mi pecho, duele... eso duele. Sólo oir su nombre, pensarlo, me duele, como si me apuñalaran en el mismo lugar repetidas veces. Mi mente sólo dice ''sonríe'', cada vez que hables con él, pero todo se ha derrumbado, pensé que sería más fuerte... y no, una dulce voz bastó para hacerme llorar.
Ya lo tenía decidido, que eso estaba bien... pero se está acercando y las lágrimas me brotan inconscientemente. Yo quiero estar con él, pero no puedo, y eso duele. Agacho la cabeza, no quiero que me vea así.
- Espera... - Alzo la mano para que no se acerque. - Un segundo, ya está. - Con la zurda, me froto la cara, quitando las lágrimas rápidamente. No puedo controlarme, no estoy nada bien, deja de llorar, ¡para! No quiero ser una molestia para él, no quiero desagradarle... no quiero que precisamente él piense que soy una decepción.
Su mano se aferra a la mía, levanto la cabeza para mirarle, me escuecen los ojos y su sonrisa, algo triste, me hinunda por completo.
- Yo sólo pensaba en mí, egoístamente. Sólo digo lo que quiero decir, no escuchando tus auténticos sentimientos. Repetir los mismos errores una y otra vez... - Le veo arrodillarse en el suelo, con la cabeza gacha. Su voz suena apagada. - Sólo quiero una segunda oportunidad, contigo...
Me quedé clavada en el sitio, entreabriendo los labios de la sorpresa. No entendía nada.
- Odio no estar contigo, odio no verte... - En una milésima de segundo noté sus labios junto a los míos, sin darme tiempo si quiera a cerrar los párpados. Cuando se separó de mi, no pude evitar preguntarle.
- Pero, entonces... eso, ¿estar contigo? ¿Estará bien? Cogerte de la mano, abrazarte...
Sonrió tan tiernamente que casi sollozo de nuevo, pero me contuve. Me miró y luego posó sus ojos en nuestras manos, entrelazadas.
- ¿No te das cuenta? Ya me estás cogiendo de la mano. Realmente nunca te la he soltado, nunca.
Y no pude evitar volver a echarme a llorar mientras su mano acariciaba con cariño mi mejilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario