22 de diciembre de 2011

Aferrarme a alguien.



Aunque era una carga para ellos, aguantaron. Aguantaron durante todo ese tiempo y al final, todo se rompió para no volver jamás.
No me querían. No me necesitaban. Tengo miedo, tengo tantísimo miedo. Algún día me perdonarían, ¿verdad? Y todo volvería a ser como antes. Pero todo terminó. Lo pasaba mal en casa y fuera de ella, acabé encerrándome en mi habitación. La furia, el odio y la tristeza que mis padres habían dirigido hacia mí, seguía viva en mi interior. ¿Qué había hecho mal? ¿En qué me había equivocado? ¿Por qué no podía volver a empezar desde el principio? ¿Acaso no debería haber nacido?
Cada vez que estos malos pensamientos rondaban mi cabeza, había alguien que me sacaba al exterior y me hablaba de tonterías. En esos momentos no lo veía todo tan negro, aliviaba mis sufrimientos.

La gente como yo necesita a las buenas personas para aferrarse a ellas. Por eso no volveré a mezclar a nadie más en mis asuntos, estoy bien sola, puedo seguir adelante yo sola. No necesito que nadie me comprenda, no me importa que me odien. Decidí que me endurecería, decidí que nunca más iba a llorar.
Perdona que me haya aferrado a ti, yo que soy tan impotente, tan débil...
Pero no puedo hacer nada, yo sola... estar sola da miedo, estar sola da mucho miedo. Sólo con mis propias fuerzas soy incapaz de dejar de llorar.

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