29 de diciembre de 2011

¿Qué te gusta...?

Yo soy... perfeccionista, perfeccionista hasta la médula. Soy muy fría, hasta el punto que da la impresión de que nada me afecta, aunque en realidad no es así y, cuando alguien está mal cerca de mí, no puedo evitar ayudarlo. Soy sincera y digo las cosas tal y como las pienso. No me paro a darme cuenta de si eso puede hacer daño o no, hasta después de haberlo dicho. No pierdo la educación con nadie, pero tampoco finjo ser amiga de alguien que no me cae bien. Me gusta el deporte (aunque no pueda practicarlo), escribir, dibujar, leer y la filosofía. Me cuesta coger confianza, pero una vez que la cojo, doy todo por mis amigos, y todo es todo. No soy celosa, pero tampoco idiota y no tengo ningún problema en dejar claro lo que es mío. Tengo mucha paciencia, tal vez incluso demasiada y me callo mucho las cosas... pero cuando hablo tiemblan las paredes, porque no me trago nada. Cuando me enfado de verdad (algo que sucede pocas veces últimamente), soy muy borde y puedo llegar a hacer mucho daño sólo con las palabras. Suelo entender muy bien a la gente, tanto para bien como para mal. No me gusta meterme en la vida de los demás, pero como alguien se acerque a quienes quiero, se ha buscado un gran problema.
Demasiado vengativa, pero depende con qué o con quién. No me gusta hacer amigos o que se me acerquen (pero al final acaban por hacerlo). A todo tengo que encontrarle un significado para poder creer o alegar que me gusta.
También soy de las personas que planean el futuro, bueno en sí el futuro no, sino las cosas que haré a la hora exacta, en el momento adecuado, etc.; si alguien arruina esa planeación me pongo de mal genio, no puedo evitar el tener lo que es el tiempo organizado.
Siempre doy el calor a las personas que más quiero y yo no recibo nada, no me interesa sinceramente (aunque hay momentos, que como toda persona humana, necesita un poco de cariño). La típica que cuando dicen ''mira a ese/a chico/a, pero discretamente, que no se de cuenta'', va y se gira con todas las ganas (no me corto).
No soy impulsiva; antes de actuar o hablar, me lo pienso todo, con detalles, valorando si lo que hago está o no correcto (creo que de aquí sale mi vena vengativa o rencorosa). Hay veces que me cuesta tomar decisiones drásticas o fuertes, aunque cuando las tomo, me siento segura de lo que hago.
Y teniendo relación con lo anterior, lo que seguro que alguien diría de mí de lo primero: me como el coco por todo. Cuando digo por todo, es por todo. Si me afecta, aunque sólo sea una mínima parte... Ya estoy, venga a maquinar. Esto es un poco rollo, pues me puedo pasar mucho tiempo pensando en lo mismo y estancarme.

En lo referente a gustos (por decirlo de alguna manera), me gusta muchísimo la música clásica; por favor, que nadie se le ocurra comparar a Beethoven (por ejemplo) con el reggaeton... asco. Me gusta vestir a mi manera y no como digan las demás ''tribus'', si me compro algo no es porque se lo haya visto a tal o cual, en realidad por este pueblucho me han ido copiando. Por ejemplo llevar pantalón corto y los calcetines a rayas, tener un lazo en el cuello, ir a una tienda específica y a los dos días ya se han enterado todos de dónde está. y bueno, lo dejo ahí porque sino...
Odio (literalmente) a la gente que me copia en todo, sea en personalidad, en gustos, en ropa... me dáis asco.

Por otra parte, lo que no me gusta que me digan es que soy una persona muy fuerte (en lo psicológico), porque no es verdad. Puede que esas personas hayan tenido un par de problemas en su vida y por eso se quejan (me parece normal), pero es que yo estoy teniendo un millón de ellos cada día y me los trago todos sola y no por ello quiere decir que sea fuerte, esto se refiere a que soy gilipollas y ya está, yo misma lo admito pero no lo cambio.
Odio que me consideren una zorra. En fin, bonita sociedad...
No creo en el más allá, ni en el cielo, el infierno, el nirvana... en nada que se le parezca a tener una vida en ''el otro lado''. Cuando alguien me demuestre que ha visto a Dios, a Anubis, a Odín, a Buda o incluso a un familiar caminando tranquilamente a su lado, que me lo diga y entonces sí, creeré. Tampoco me parece muy lógico de una persona que alabe a Dios, al día siguiente diga que no cree en nada y después se pase a otra religión... increíble, ¿no?
Tampoco soy la típica de teniendo una red social me pongo a agregar amigos a diestro y siniestro, que la gente no son Pokémon...
Y creo que ya está.

28 de diciembre de 2011

Escapar.

Me gustaría huir, largarme de este sitio y estar sola, sin nadie a mi alrededor, porque cada día que pasa, me ahogo en un mar de desesperación. No soy capaz de levantarme por mí misma y es que ahora, realmente me he hundido hasta tal punto que no puedo ni siquiera abrir los párpados... ni sonreir de verdad.
Estar así a tan corta edad es bastante triste y a la vez horrible, porque no sabes qué hacer contigo misma. He llegado a tal punto de no quererme, de no apoyarme... ni siquiera me apetece coger un libro y fantasear con sus personajes mientras la historia me absorbe por completo. No soy capaz de realizar ningún dibujo sin tener que romper la hoja. Ahora mismo no sé ni qué hago aquí.
No quiero compasión, ni siquiera dar pena, sólo quiero llorar todo lo que mi cuerpo aguante.

27 de diciembre de 2011

Tesoro.



¿Qué es lo que sientes cuando le miras? ¿Qué sensación te puede producir el tener su mano tocando tu mejilla, acariciándola? ¿Cómo sonará su voz realmente nervioso? ¿Podrá mirarte a los ojos fijamente mientras pronuncia tu nombre?
¿Qué es el amor exactamente...?
No puedo evitar escuchar esa canción dedicada, dejándome llevar por el sonido, cerrando los ojos e imaginarme que está a mi lado. Todo eso, cuando los párpados se abren se desvanece. Ha sido una ilusión, pero no todo puede ser tan oscuro. Tengo un estado de ansiedad que ni yo misma puedo creer; pareces mi respiración, te necesito constantemente porque si me falta el aliento, me caigo, no sé caminar sin ello.
Realmente el amor duele, ¿quién dijo que fuera fácil? Parezco masoca, mi mente siempre está pensando en él, como si esperara una llamada de teléfono que nunca llega o incluso verle en cualquier parte cuando salgo a pasear. ¿Y si ese día de verle realmente llega? Sólo de pensarlo... me recorre un escalofrío porque mis piernas pueden huir de él, los nervios se apoderan de mi cuerpo en cualquier momento, paso de una persona totalmente alegre a alguien totalmente muda, ansiosa, con ganas de hablar pero creyendo que lo que dirá sea una estupidez.
Pero estoy segura que cuando me encuentre con él, no sabré qué puede esperarme al ver su sonrisa o su mirada. Me tengo que dejar llevar por esa corriente, como si fuera el mar... no quiero cambiar este sentimiento que siento, que cada vez que me despierto ensancho mis labios, convirtiéndolos en sonrisa.
La distancia no siempre es un impedimento para que dos personas se quieran realmente, que se aferren la una a la otra, sinceramente no tiene nada que ver para que las emociones sigan vivas, como una llama. Sólo espero que nadie sople la vela demasiado pronto porque ahora mismo, por él lo daría todo.
No me molesta el esperar impaciente para poder hablar con él, ni escuchar su voz que tanto anhelo. Las lágrimas que derramo son de felicidad, que me gusta sentirme así por primera vez, nadie me había provocado este sentimiento, estas ganas de seguir adelante por una persona.
¿Quién querría terminar con esto? Sería una locura y demasiado fácil pensar ''no puedo, no te estoy viendo cada día''. Yo no podría hacer algo así, me veo incapaz, porque él es mi mayor tesoro, alguien a quien de verdad merece la pena amar.

23 de diciembre de 2011

Cueste lo que cueste.

¿Yo? ¿A él?
¿Le quiero... de verdad? ¿Qué me gusta de él? ¿Por qué le quiero? ¿Cuánto le quiero?
Pero, ¿qué digo? Nada de eso importa. Le quiero, le quiero tanto... que moriría por él.
No se me escapará, cueste lo que cueste.

Yo quiero estar con él. Si quiero seguir viviendo quiero hacerlo a su lado, tiene que ser él o nadie.
Porque le quiero con todo mi ser...

 

No se me escapará.

Mis piernas, por instinto, huí de él. Me alejé lo más rápido que podía. Es extraño, no tenía planeado que esto pasara pero mi corazón realmente, no quiere ''escuchar'' sus sentimientos, sentimientos que quizá anhelo con fuerza. Yo ya lo tenía decidido y sin embargo dejo que penetre en mí, ese muro de hielo que ponía entre ambos, lo ha tirado abajo.
Salí corriendo tan rápido, no está bien. Puede que quizá todo haya terminado. Mi pecho, duele... eso duele. Sólo oir su nombre, pensarlo, me duele, como si me apuñalaran en el mismo lugar repetidas veces. Mi mente sólo dice ''sonríe'', cada vez que hables con él, pero todo se ha derrumbado, pensé que sería más fuerte... y no, una dulce voz bastó para hacerme llorar.
Ya lo tenía decidido, que eso estaba bien... pero se está acercando y las lágrimas me brotan inconscientemente. Yo quiero estar con él, pero no puedo, y eso duele. Agacho la cabeza, no quiero que me vea así.
- Espera... - Alzo la mano para que no se acerque. - Un segundo, ya está. - Con la zurda, me froto la cara, quitando las lágrimas rápidamente. No puedo controlarme, no estoy nada bien, deja de llorar, ¡para! No quiero ser una molestia para él, no quiero desagradarle... no quiero que precisamente él piense que soy una decepción.
Su mano se aferra a la mía, levanto la cabeza para mirarle, me escuecen los ojos y su sonrisa, algo triste, me hinunda por completo.
- Yo sólo pensaba en mí, egoístamente. Sólo digo lo que quiero decir, no escuchando tus auténticos sentimientos. Repetir los mismos errores una y otra vez... - Le veo arrodillarse en el suelo, con la cabeza gacha. Su voz suena apagada. - Sólo quiero una segunda oportunidad, contigo...
Me quedé clavada en el sitio, entreabriendo los labios de la sorpresa. No entendía nada.
- Odio no estar contigo, odio no verte... - En una milésima de segundo noté sus labios junto a los míos, sin darme tiempo si quiera a cerrar los párpados. Cuando se separó de mi, no pude evitar preguntarle.
- Pero, entonces... eso, ¿estar contigo? ¿Estará bien? Cogerte de la mano, abrazarte...
Sonrió tan tiernamente que casi sollozo de nuevo, pero me contuve. Me miró y luego posó sus ojos en nuestras manos, entrelazadas.
- ¿No te das cuenta? Ya me estás cogiendo de la mano. Realmente nunca te la he soltado, nunca.
Y no pude evitar volver a echarme a llorar mientras su mano acariciaba con cariño mi mejilla.

22 de diciembre de 2011

Aferrarme a alguien.



Aunque era una carga para ellos, aguantaron. Aguantaron durante todo ese tiempo y al final, todo se rompió para no volver jamás.
No me querían. No me necesitaban. Tengo miedo, tengo tantísimo miedo. Algún día me perdonarían, ¿verdad? Y todo volvería a ser como antes. Pero todo terminó. Lo pasaba mal en casa y fuera de ella, acabé encerrándome en mi habitación. La furia, el odio y la tristeza que mis padres habían dirigido hacia mí, seguía viva en mi interior. ¿Qué había hecho mal? ¿En qué me había equivocado? ¿Por qué no podía volver a empezar desde el principio? ¿Acaso no debería haber nacido?
Cada vez que estos malos pensamientos rondaban mi cabeza, había alguien que me sacaba al exterior y me hablaba de tonterías. En esos momentos no lo veía todo tan negro, aliviaba mis sufrimientos.

La gente como yo necesita a las buenas personas para aferrarse a ellas. Por eso no volveré a mezclar a nadie más en mis asuntos, estoy bien sola, puedo seguir adelante yo sola. No necesito que nadie me comprenda, no me importa que me odien. Decidí que me endurecería, decidí que nunca más iba a llorar.
Perdona que me haya aferrado a ti, yo que soy tan impotente, tan débil...
Pero no puedo hacer nada, yo sola... estar sola da miedo, estar sola da mucho miedo. Sólo con mis propias fuerzas soy incapaz de dejar de llorar.

18 de diciembre de 2011

Sin descanso.

Me apoyo en la pared. Está fría... la espalda se pone rígida al momento notando esa sensación. Aprieto los labios, mirando al frente, sólo veo la pared opuesta, azulada, oscura realmente. Ladeo la cabeza, pensando aunque no sé en qué, es más bien dejar la mente en blanco y que divague ella sola.
Aunque, me juega una mala pasada, o quizá no tan mala. Me recuerda que él está en ella, acaparando todo el espacio en mi cabeza. Agacho la cabeza, sonriente, esa sonrisa que se le dibuja a uno cuando está enamorado, la misma que se forma cuando habla con esa persona especial. Realmente ha pasado poco tiempo, pero el suficiente para saber el sentimiento que me produce acordarme de su rostro o de una simple palabra suya.
A veces, me gustaría estar ahí, abrazándole todo el día, toda la noche o que sea un corto abrazo que demuestre más que uno de veinticuatro horas, me da igual sinceramente. Incluso el más simple ''hola'' puede hacer que el corazón se salga del pecho.
No sabía que fuera tan melosa, nunca lo he sido con nadie, ni me planteaba que me dieran abrazos.
Y si vuelvo a la realidad, ''le pierdo'', en mi mente, realmente está mejor, por eso he preferido meterme en la cama en vez de quedarme contemplando la pared, soñar, puede ser a veces una tortura pero otras, es una condena bastante encantadora.

9 de diciembre de 2011

Un sueño.

Me encaminé hacia su habitación, al fondo del pasillo. Estaba descalza, notando la moqueta algo fría bajo mis pies. Apoyé mi cabeza en el marco de la puerta, como si le estuviera espiando. Sonreí al verle de espaldas, concentrado en su guitarra y en intentar componer una nueva melodía.
Me quedé allí de pie, ladeando la cabeza a veces cuando emitía algún sonido las cuerdas que tocaba. De vez en cuando, también arrugaba la nariz. Se giró para mirarme, quizá me había oído acercarme antes ... alomejor se hacía el interesante, quién sabe, porque aquella sonrisa que dibujó en su rostro simplemente me hizo sonrojarme y que se me formara un vacío en la mente.
- ¿Qué? ¿Te vas a quedar siempre ahí o vienes conmigo? Aburrida. - Enfatizó la última palabra riéndose, burlándose cariñosamente. Negué con la cabeza aproximándome a él y poniéndome de cuclillas a su lado.
- Puedes seguir tocando, me gusta escucharte ...
La voz de mis palabras sonaba algo melosa, pero él me ponía así. Giró su rostro sin dejar de sonreir y mis carrillos se inflaron, como una niña pequeña. La sangre se seguía agolpando bajo la piel.
La guitarra la dejó a un lado haciendo que apoyara mi cabeza en su rodilla mientras me acariciaba el pelo cariñoso. Entrecerré los párpados, soltando una bocanada ed aire de lo agusto que me encontraba en ese momento.

Ahora, sigo sintiendo esas caricias, aunque me quede despierta.