13 de enero de 2012

Un suspiro.

Recuerda cómo tocar la guitarra, despacio, pausadamente y de vez en cuando, observando el paisaje por la ventana resquebrajada. Suéltala y toca mi alma de la misma manera, sin romperla. Mis ojos no están quebrados como ese cristal.

La manera que tienen mis dedos de entrelazarse con los tuyos es sólo mía. Caigo en mi propio recuerdo, en mi ensoñación. No todo está tan mal aquí dentro.

La respiración es agobiante, agitada quizá, pero veo de fondo un pájaro volar. ¿Cómo se siente? Puede que sea inalcanzable.

Una hoja otoñal cae sobre mi rostro, deshaciéndose al segundo. Estiro la mano, poniendo la palma hacia arriba y notando los copos de nieve caer. Se condensan en la piel, extraño.

Mis ojos están muertos, carentes de sentimiento. Un alma vacía que suspira y unos labios deseosos de decir cualquier palabra. Pero ya no, se ha ido todo, esfumado, olvidado...

La cama es mi único lugar seguro aquí. Los dedos dibujan una silueta, bastante peculiar y que me recuerda algo... o a alguien quizá. Es como si fuera el olvido, pero a la vez no lo es. Es humo, pero se convierte en realidad.

El placer del dolor, es tan banal, que me resulta irónico referirme a él, siquiera mencionarlo.
Una bonita emoción asoma en mi mente. Te quiero. Y este sitio está mejor sin ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario