19 de enero de 2012

Indiferencia . . .

A cada cerdo, le llega su San Martín. Pagarás todo lo hecho, pagarás las consecuencias de tus mentiras.
Y tú me hablabas de arrepentimiento...
Jamás volveré a estar tan ciega, ni volveré a mostrar mi debilidad.
Y aunque tu lengua venenosa siga esparciendo entre la escoria mis errores, no importa ni importará nunca, quién esté libre de pecado que lance la última piedra.
Algún día la conciencia se hará un hueco en ti, algún día el remordimiento te doblegará y ahí estará tu pasado para escupirte.
Púdrete.
...Indiferencia.



— “Mi visión nunca se había nublado como ahora. No supe ver la verdad que había dentro de tu corazón. [...] Mis ojos me engañaron. Que nunca vuelva... - Levantó la piedra y se clavó el canto puntiagudo en un ojo. Su grito resonó entre las rocas, [...] .- Que nunca vuelva a estar tan ciego. [...] - Caiga sobre ti una maldición. Que tu propio nombre se vuelva en tu contra, y que nunca encuentres la paz. [...]”

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