17 de noviembre de 2011

¿Y ahora?

Juega, juega con esa inocencia que un día terminó, como aquella vela que se apagó porque soplaste demasiado fuerte.
Esa sensación... de querer esconderte en una habitación y no salir hasta que llegue el fin del mundo. Me he cubierto hasta arriba con la colcha, dejando un pequeño hueco, respirando... ah, pero el oxígeno, termina por acabarse, ¿no? Al igual que un día de lluvia puede acabar en cualquier momento.
Esa bocanada de aire es horrible, como finas agujas perforando mi piel, me hace llorar y querer aferrarme a algo. No hay nadie, como siempre estoy sola. Debería acostumbrarme, pero no puedo. Me pregunto porqué se me da tan '' bien '' empeorar las cosas, cuando crees que algo marcha bien, acaba derrumbándose como un dominó, pieza por pieza, en orden.
Ahora, necesito más que nunca un abrazo, un simple beso en la frente, no me importa. Incluso me gustaría una regañina porque así me daría cuenta que tengo a alguien. ¿Realmente duele tanto? Incluso escribiendo esto, me entran sollozos. Otra vez, ¿volvemos atrás? Al pasado, a ser de nuevo esa niña que nadie quería pero que la daba igual, aunque en el fondo se muriera porque alguien la quisiera. ¿De verdad? No, yo creo que no... querer, significa estar vivos y eso es una dulzura cruel. Tanto, que mi mente lo entiende, me entran ganas de volver a coger las uñas, rasgándome la piel para evitar pensar en eso. ¿Qué? Ah, se me olvidaba... ya lo hice, dos veces en una semana. Si, es increíble cómo me destrozo poco a poco y aunque la sangre me haga perder el conocimiento, así seguiré, porque me duele tanto el corazón, que quiero equilibrar la balanza con algo, pero ni el llanto ni arrancarme la piel me van a servir, ya no... aunque siga haciéndolo... realmente me merezco estar así.

No hay comentarios:

Publicar un comentario