2 de abril de 2012

Un suponer.

La música suena. La almohada recoge unas cuantas lágrimas, como una madre recogería a su hijo en su regazo; las otras, incapaces de descender más, son secadas por el aire que entra por la ventana, lo único que me da de respirar. Con ojos fijos en el techo, intento descubrir el sentimiento que alarga mis días hasta convertirlos en noches y de nuevo, en amaneceres. No puedo quedarme tumbada, quieta pero inquieta. No puedo tratar de no hacer nada. No puedo aparentar calma, ninguna, ni la más amarga. Procuro hacer libre entre lo que sería el silencio de la noche —silencio corrompido por el intento de compañía, la música— lo que pesa en mí.
Saldría corriendo si pudiese. No miraría atrás hasta recordar que olvidé mis zapatos, que me duelen los pies; que huí de todo, que me duele el alma. Siento cómo la oscuridad se cierne sobre mí, igual que los segundos sobre los minutos. El tiempo y yo nos ahogamos. Desearía una bocanada de aire frío, pero el calor y los pensamientos poco coherentes, me privan hasta de ese placer tan banal. Mi pecho se hunde entre mis clavículas. Las clavículas se pegan a mi garganta. Tragar saliva es como tratar de cruzar el océano andando, imposible.

Después de cuarenta minutos, ni Soledad acude en mi ayuda. Creo que esta cama quedará aún vacía durante bastante más. Lo creo, pero no lo espero. Quizá Insomnio empiece a visitarme, haciéndome escribir palabras sin sentido a la luz de una bombilla que deslumbra mi visión a estas horas.
La canción suena, me recuerda a ti, lo que hace que me sienta como un bolígrafo al que le falta tinta. Sí, él también se siente así, o quizá no quiera reflejar más de lo necesario como mi mente y yo nos sentimos. Quizá quiera dejar paso a
Sueño, cree que mi cuerpo se lo agradecerá. Sólo es un suponer, ambos sabemos que Despertar esta noche estará pegado a las horas como la música a mis oídos, como tú a mi pensamiento... aora creo que estoy mejor.

Con esto sólo quiero que sepas que me acuerdo de ti, que ocupas todos mis pensamientos. No voy a pensar que no te quiero, me rindo, al igual que el invierno se rinde ante la inminente primavera.
Sólo es cuestión de tiempo, tiempo para mí y para ti que nos cojamos de la mano y caminemos juntos bajo los árboles nevados. Claro, esto sólo es otro suponer...

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